Carlos Alcaraz corre como un poseso a por una dejada casi perfecta. No fue redonda porque el español llegó a la pelota con muchas piernas. Tantas que incluso le dio margen para devolverla con intención, cruzándola al otro lado. Su rival, el alemán Daniel Altmaier, se estiró y envió la bola profunda.
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Autor: Manuel Ángel Fernández Rigueira